Seleccionar página

«A dónde quiera que vayas, ve con todo tu corazón»

Confucio

Confucio, fue un filósofo y pensador chino cuyas ideas defendían el seguir una buena conducta en la vida y donde aspectos como la bondad, la tolerancia, el amor al prójimo y el respeto, eran las máximas de su forma de pensar. Seguramente, después de leer esta breve introducción, os estéis preguntando que tiene que ver esto con Repueblo y su fabulosa iniciativa, pero si me permitís robaros unos minutos de vuestro tiempo, estoy seguro de que lo entenderéis.

El artículo lo he titulado ‘La historia rural de nuestras vidas’, y es que, lo que aquí voy a contar no es otra cosa que el desarrollo de diferentes acontecimientos que se han sucedido durante los últimos meses en el seno de mi familia. Espero que os guste, pero antes de comenzar, dejadme que os presente a los verdaderos protagonistas de esta historia rural y que dan sentido a todo lo que hago: mi pareja Lorena y nuestros dos pequeños, Adrián y Carla.

¿Cómo empezó todo?

Nuestra historia rural se escribe en Candeleda (Ávila)

Enero de 2019, acabábamos de ser papás por segunda vez de nuestra pequeña Carla (nació el 31 de diciembre) y cuando estábamos disfrutando de las respectivas bajas de maternidad y paternidad, la empresa en la que ambos trabajábamos, dentro del sector de las telecomunicaciones, presentó un expediente de regulación de empleo (ERE) donde planeaba despedir a más de mil personas.

Por instantes, ese estado de felicidad en el que estábamos inmersos, amenazaba con terminarse por la incertidumbre de esta nueva situación, pero sucedió todo lo contrario, ambos lo tuvimos claro desde el primer momento y decidimos apuntarnos de forma voluntaria porque vimos en esto la oportunidad para llevar a cabo nuestro sueño: irnos a vivir al entorno rural para emprender un nuevo proyecto personal y profesional y al mismo tiempo disfrutar de la crianza de nuestros hijos, que son lo más importante que tenemos.

De un plumazo los miedos se convirtieron en alegría y las dudas en ilusión y es que en este momento comenzaba el viaje más apasionante de nuestra vida. Estuvimos meses viajando desde Madrid, visitando diferentes zonas rurales, tratando de encontrar el lugar más indicado para vivir y organizar nuestro proyecto, hasta que a finales de septiembre de 2019 nos mudamos definitivamente y nos establecimos en Candeleda, un pueblo maravilloso situado al sur de la provincia de Ávila, en la sierra de Gredos, justo a los pies del pico Almanzor.

Ahora sí que sí, para todo nuestro círculo familiar y de amigos, éramos oficialmente los locos que habían dejado su vida ‘estable y acomodada’ en la gran ciudad para ir a vivir al campo. Pero, a pesar de todo, nos encontrábamos tranquilos y confiados porque éramos totalmente conscientes de nuestros actos y era lo que realmente nos hacía felices. Además, en el fondo sabíamos que algo de envidia les dábamos.

Nuestra historia rural y el Covid-19

Así que, tras un pequeño periodo de adaptación, ya era momento de ponernos manos a la obra con nuestro proyecto, un pequeño complejo de alojamientos rurales sostenibles y autosuficientes, donde los clientes vivirían una experiencia inolvidable, lo que actualmente se conoce como glamping. Además, el proyecto tenía como intención producir un desarrollo de la zona puesto que todo se iba a realizar con gente local e íbamos a llevar a cabo diferentes acciones responsables y sostenibles con el medioambiente.


¿Y por qué hablo en pasado de todo ello? Porque cuando todo parecía estar encaminado, habíamos encontrado el terreno perfecto para llevarlo a cabo, los inversores apoyaban y confiaban en el proyecto, llegó el dichoso COVID-19 y como a mucha gente y negocios, nos afectó de lleno, obligándonos a parar y repensar nuestro futuro, aunque siempre con la mente puesta en llevarlo a cabo en algún momento.


¿Ahora qué hacemos? ¿Nos habremos equivocado en nuestra decisión de venir al pueblo? Esta y otras preguntas, empezaron a pasarse por nuestras cabezas, pero a personas positivas y optimistas como nosotros, hace falta mucho más para derrumbarlas, así que pronto empezamos a buscar diferentes alternativas y proyectos en los que enfocar nuestra energía, pero siempre teniendo claro que era en el medio rural donde queríamos vivir y llevarlos a cabo. Regresar a la ciudad no era una opción, porque cuando cambias los centros comerciales por paseos en la naturaleza, los atascos en el coche por llevar a tus hijos caminando al colegio y disfrutas con tranquilidad de las pequeñas cosas, hay algo que te dice en tu interior, que ya no hay vuelta atrás.

Momento de reinventarse

En pleno confinamiento y disfrutando al máximo de nuestros pequeños, quisimos aportar nuestro granito de arena para ayudar al pueblo de Candeleda y así devolver todo el cariño que nos dio desde el primer momento. Creamos un Hackathon virtual, una iniciativa solidaria, donde cualquier vecino podía participar exponiendo ideas y soluciones que sirviesen de ayuda a los ciudadanos y negocios del pueblo para afrontar la crisis a la que nos estábamos enfrentando.

Posteriormente, decidimos embarcarnos, junto con una pareja de amigos, en un proyecto de hostelería, para reabrir un bar-terraza que llevaba años cerrado, pero que era un lugar con mucha tradición aquí en Candeleda. En plena pandemia, era un proyecto, cuanto menos, arriesgado, pero nos ha permitido descubrir desde dentro este apasionante y complicado sector, darnos a conocer más a los vecinos e innovar para ofrecer nuevas funcionalidades. No voy a decir que esté siendo sencillo, pero estamos contentos y orgullosos de la buena acogida
que hemos tenido.

Desde el mes de agosto, yo he empezado a teletrabajar como consultor de marketing y telecomunicaciones para una empresa de Madrid, un proyecto que me encanta y donde estoy conociendo nuevos y fantásticos compañeros y que, además, por el hecho de vivir en un pueblo, me permite conciliar con mi vida personal, pudiendo, por ejemplo, llevar a los niños al colegio o jugar con ellos por las tardes.

Por último, acabamos de alquilar en diciembre un espacio donde vamos a crear un lugar de encuentro para la co-creación y colaboración de diferentes profesionales, con el objetivo de crear iniciativas por y para el desarrollo de la zona, atraer y retener talento y así fijar población.

Call to action: crea tu historia rural

Como podéis apreciar, creemos en los pueblos, en su cultura, sus valores y en sus gentes y estamos convencidos de la relevancia que van a tener en un futuro próximo porque esta situación que estamos viviendo nos ha demostrado que como en un pueblo no se vive en una ciudad.

Sin embargo, no todo es tan sencillo como parece. Desde hace mucho tiempo ha existido un claro menosprecio a lo rural que ha hecho mucho daño y es algo contra lo que también tendréis que luchar. No os voy a negar, que, en vuestro propio entorno, habrá mucha gente que os dirá que esto es un paso atrás en vuestro desarrollo personal y sobre todo profesional, pero si me permitís que os de un consejo, no les hagáis caso. Los pueblos ofrecen muchas más oportunidades de las que nunca os podríais imaginar, solamente es necesario estar convencido de ello y tener claro que es el lugar donde queréis estar, con sus limitaciones y sus ventajas.

Esfuerzo, actitud, iniciativa, capacidad de adaptación y al mismo tiempo, humildad y respeto por lo rural, sus habitantes y costumbres, son algunos de los ingredientes principales y necesarios para dar ese paso del cambio de la ciudad al pueblo y que, desde Candeleda, mi familia y yo os animamos a dar.

Y si alguna vez os asaltan las dudas y os entra miedo, recordad esta frase: ‘la vida comienza donde termina tu zona de confort’. ¡Sal, cree, arriésgate y crece!. Escribe tu propia historia rural.


¡Os esperamos!