Allá por febrero de 2019, las ministras y los ministros del Gobierno de España tomaba en consideración, sin imaginarse lo que vendría sólo un año después. la Agenda Urbana Española. Según la propia definición del Ministerio, «es la hoja de ruta que va a marcar la estrategia y las acciones a llevar a cabo hasta 2030, para hacer de nuestros pueblos y ciudades ámbitos de convivencia amables, acogedores, saludables y concienciados».
Los territorios post-pandemia
Y es que, a mitad de marzo de 2020, poco más de un año tras su discusión, se iniciaría lo que ya todos conocemos: la pandemia del Covid-19. Ese virus que puso patas arriba no sólo la salud individual de muchos y el sistema sanitario de (casi) todo el planeta, sino que aceleró transformaciones que, de manera natural o humana, hubieran tardado una década o década y media en suceder. Transformaciones que producen oportunidades.
Los pueblos no eran una opción.
Y esa fue la tormenta perfecta para la España rural, tan abandonada desde que nuestros abuelos buscaron un futuro más esperanzador para sus hijos en la ciudad. Un éxodo que, como cuenta la leyenda de Cortés, requería quemar las naves y no mirar nunca atrás. Bueno sí, porque el pueblo, lo rural, siempre era el espacio al que regresar para respirar, para ver a los amigos y para conectar. Pero no como una opción de vida.
En esa España las personas debían permanecer cerca de los centros de producción de servicios. Desde los 2000 empezamos a digitalizar empresas y el Covid convierte las pantallas en las mesas de reuniones, acerca océanos y aleja a vecinos. Un proceso hacia el teletrabajo que abre una venta de infinitas posibilidades a trabajadores, freelancers, empresas y que requiere un nuevo marco de trabajo.
Los fondos NextGen como lanzadera de la Agenda Urbana Española
También llegó Europa. Siempre Europa, ese lugar que parece fuera de nuestras fronteras, allá por tierras en las que llueve más y la gente es más alta. Pero como decía aquel anuncio de la Agencia Tributaria, «Europa somos todos». Y esa Europa de todos decide inyectar cantidades desorbitadas en el sistema para reflotar el golpe que el virus había asestado a empresas, hogares y haciendas.
Y de forma muy acertada, el Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana decide aprovechar la tormenta perfecta para su Agenda Urbana Española: los planes de acción no son documentos obligatorios para los municipios y territorios, pero en realidad sí lo son de facto. ¿Cómo? Como requisito o incentivo en puntos para conseguir cierto tipo de ayudas y subvenciones para entidades locales. Brillante.
Brillante por una razón muy importante, conseguir que las administraciones pasen de adaptarse a los fondos para llevar a cabo actuaciones a una idea mucho más sensata y más cercana al mundo de la empresa: dime qué necesitas, hacia dónde quieres ir y después vemos cómo financiarlo. Partidas más eficientes, con más sentido y, sobre todo, con un retorno económico, social y ambiental mucho mayor. ¡Eureka!
Pero además, con otra virtud. Lograr que esas necesidades vengan de los municipios y no de sus ayuntamientos. De los territorios y no sólo de sus agentes públicos. Una herramienta para tender puentes.
La Agenda Urbana Española como herramienta para tender puentes
En Repueblo creemos que la iniciativa civil y privada deben liderar la innovación y la creación de valor añadido, en alianza con agentes como las administraciones públicas. Dotar a los territorios de un futuro verde e innovador será posible en la medida en la que empoderemos a los dinamizadores y líderes locales. Creemos firmemente en la creación de clusters sectoriales que conviertan a los territorios en punteros en sus áreas de oportunidad.
Por ello, es tan importante la Agenda Urbana como herramienta para tender puentes. Puentes multidireccionales desde y hasta todos los agentes: los ayuntamientos, las mancomunidades, los Grupos de Desarrollo Rural, las asociaciones de empresarios y comerciantes, las asociaciones, los jóvenes, los mayores, la mujer, el sector de la discapacidad y la dependencia. Y como en economía, también con su propio «sector exterior»: las diputaciones, las comunidades autónomas, el Gobierno de España y las instituciones europeas.
Y ya hay algunos lugares de toda la geografía española que han tendido esos puentes.
Proyectos piloto: los casos de éxito
El Alto Tajo (Mancomunidad)
Lo que empezó como una pregunta acerca de qué hacer con un antiguo cuartel de la Guardia Civil abandonado en un pequeño municipio de Guadalajara, acabó con la primera Agenda Urbana Española de una Mancomunidad rural: la de los municipios del Alto Tajo. 10 núcleos de población, en uno de los territorios de menor densidad de población de España, con un tejido asociativo brutal y con jóvenes con muchas ganas de hacer cosas.
La Agenda Urbana del Alto Tajo es hoy un ejemplo para muchos otros territorios y es la sede del Foro de Agenda Urbana para Territorios Rurales que lanzamos y organizamos desde Repueblo, y que juntará en el territorio a mentes brillantes de primer nivel y a todas las instituciones públicas.
La Agenda Urbana de Sigüenza
Los proyectos identitarios son clave para un territorio: alinean a los diferentes agentes, ilusionan a la población y atraen inversión, innovación y talento, Hoy, Sigüenza tiene un claro ejemplo: su carrera por convertirse en Patrimonio Mundial. Pero como cualquier proyecto que acapara toda la atención, tiene un riesgo manifiesto: olvidar otras áreas, otras necesidades, otras particularidades. El turismo ha sido, es y será un gran motor para Sigüenza, pero debe complementar a todos los sectores.
Por tanto, encontrar un equilibrio natural entre sectores, entre diferentes, en lo económico, en lo social, en lo ambiental es la verdadera visión transversal y de futuro que la ciudadanía está reclamando. Una nueva gobernanza activa. Con su Agenda Urbana Sigüenza se ha parado a reflexionar quién es y qué quiere ser. Y está dispuesta a dar un paso adelante y ser un referente en positivo de una ciudad abierta al turismo e ilusionante para sus habitantes. Un verdadero espejo para la España Interior.
Y un proyecto que nos hace, desde Repueblo, una especial ilusión.